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Mostrando entradas de enero, 2009

Posesiones

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Soy el dueño del carrusel de mi vida y de sus títeres animados porque todos los días visito mis posesiones y me cercioro de que todo está en su sitio y así es. Soy el dueño de mi casa y de mi calle porque habito en ella, y todo rueda todo se mantiene. Soy el dueño ficticio de mi mundo porque así me lo creo, porque así lo siento soy el dueño de mis amigos, de mi familia porque ahí están; los hilos responden. No quiero poseer, pero soy el dueño porque necesito tener para no desesperar y el decorado todavía se sustenta firme responde a mis estímulos como siempre Creo en mis dominios porque yo los creo porque es imposible no tener nada porque la nada es acercarse a la nausea y el abismo no pertenece a nadie, creo. A quién perteneceré yo, me pregunto quien moverá los hilos que siempre responden porque yo, seguro, que no me pertenezco sólo se posee de cuerpo para afuera no se puede tener posesión en los dominios de alguien...desconocido.

La cajera del "Brillante"

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Vamos adaptándonos a la vuelta. Es bastante temprano y la mañana te recibe con un guantazo de hielo. Busco un bar donde tomar un café porque donde Juanito no hay quien pare, hay niebla de fumadores. Bajo la calle resoplando y descartando barras: en esta no me gustan los camareros, en aquella son muy guarros. Llego a la altura del Brillante y me quedo parado. ¿Entro o no entro? Siempre me ha parecido un sitio casposo, no sé, es una sensación visceral. Entro por fin. Me atiende un señor de mediana edad, con cara de sindicalista resabiado. Pido un café con leche y un mini de calamares. Mi pedido es vociferado hasta el otro lado de la barra donde un cocinero duerme su pereza con los ojos abiertos. Y de pronto reparo en su presencia. La cajera de siempre. La que ví hace años y ya me sorprendió. Una mujer a una barra pegada, absorbida, formando parte del mobiliario. La estatua con la mirada más inexpresiva de la ronda de Atocha. Me quedo mirando con la porcelana al borde de los labios, y me